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Grecia se cuela en la final con un gol de plata

Grecia se cuela en la final con un gol de plata Ganó Grecia. Perdió el fútbol. Hace tiempo que los italianos descubrieron que en cuestiones balompédicas -como en casi todo- siempre es más fácil destruir que construir. Pero al menos los 'azzurri' maquillan su maniquea interpretación de este deporte con gotas de calidad. En pequeñas dosis, cierto, pero con esporádicos síntomas de redención.

Grecia, no. Los helenos mueren con las botas puestas. Su mejor hombre, Tsartas, es suplente. ¡Y ay de quien se atreva a cuestionar a Rehhagel! Lo suyo es rebuscar en las miserias del rival y minar su moral hasta derribarlo. Carroña pura. Tiene su mérito, claro, porque sólo una interpretación extrema de esta filosofía puede rendir tales réditos.

Defender con todo y con todos. Sin resquicios. Sin desconcentrarse un solo momento. Tanto, que hablar esta noche del contragolpe checo es una banalidad. Los del Este no pudieron nunca ejercitar su mejor arma, ésa que mandó a la lona a holandeses y daneses.

Sin espacios, Rosicky se ahogó en su banda y Baros pasó a ser un actor secundario de Koller, destino final de todo centro checo. Cierto es que se lesionó Nedved, pero su salida no supuso ningún trauma. Entre otras cosas porque el centrocampista de la Juve deambulaba por el campo enfrascado en una batalla perdida de antemano.

Jankulovski 'hace' de Baros
El más claro síntoma de la 'desconexión' checa fue la preponderancia ofensiva de Jankulovski. El lateral del Udinese protagonizó tres de las cuatro ocasiones de su equipo en la primera mitad, pero sus remates encontraron cumplida respuesta en las manos de Nikopolidis. Antes, nada más comenzar el choque, Rosicky había estrellado un disparo en el larguero.

Pero bastaron seis minutos y dos sustos para que los griegos se posicionaran y acabaran con el espectáculo. Sus escasos ataques morían en la férrea zaga checa, pero la experiencia les dictaba que a la hora de cobrar errores no les gana nadie, así haya que esperar a la prórroga.

La segunda parte fue un tormento. Rehhagel sonreía en el banquillo, pero el resto de la humanidad bostezaba. Koller, entronizado por conveniencia helena, se derrumbaba en el área tras un ligero agarrón de Dellas, pero Collina no caía en la trampa. Mientras, Vryzas lo intentaba de cabeza. Pero aún no era la hora de Grecia...

El último aliento
Así hasta los minutos finales, cuando los checos salieron de su letargo. Una doble pared entre Rosicky y Koller acabó en el limbo por obra y gracia del gigantón del Borussia Dortmund, que desperdició con un remate fallido la mejor jugada del partido. Y tres minutos después le imitaba Baros, incapaz de culminar una gran jugada personal.

Fueron los últimos estertores del gigante que se sabe herido de muerte. La postrera carga que hipoteca fuerzas y fe ante lo inevitable. Y lo inevitable llegó. Rehhagel sabía que era la hora de Tsartas y puso al ex sevillista sobre el terreno de juego.

La prórroga fue dando pistas. Giannakopoulos tuvo dos claras ocasiones al poco de reiniciarse el partido, pero fue Dellas quien se llevaría la gloria. El central de la Roma cabeceó a las mallas un córner botado con Tsartas dos minutos después de que Cech detuviera un cabezazo con idénticos protagonistas. Collina ni dejó sacar del centro del campo a los checos, que a estas alturas no le hacían un gol ni a un equipo alevín.

Así concluyó el drama. Con Ulises deborado por el Cíclope. Porque media Europa se había enamorado de los checos, pero el año olímpico ha calado en los griegos. Suya es la final y la gloria.

Ficha técnica

1 - Grecia: Nikopolidis, Seitaridis, Kapsis, Dellas, Fysas, Zagorakis, Katsouranis, Basinas (Giannakopoulos, m.72), Karagounis, Vryzas (Tsartas, m.91) y Charisteas.
0 - República Checa: Cech, Grygera, Ujfalusi, Bolf, Jankulovski, Galasek, Poborsby, Rosicky, Nedved (Smicer, m.40), Baros y Koller.
Gol: 1-0, m.106+: Dellas.
Árbitro: Pierluigi Collina (ITA). Mostró tarjeta a amarilla a los griegos Seitaridis, Charisteas y Karagounis, y a los checos Galasek, Smicer y Baros.
Incidencias: segunda semifinal de la Eurocopa'2004 celebrada en el estadio del Dragón de Oporto ante cerca de 50.000 espectadores.

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